El canto de Omara nos sigue cobijando. Hace un par de días transmitió desde su hogar, en La Habana, un concierto para levantar los ánimos. La isla ya había cerrado sus fronteras, pero Portuondo nos seguía ofreciendo el corazón.
La escena se repite por las calles europeas, en los balcones. Aquí y allá, los virtuosos intentan poner el arte al servicio de la gente. En Barcelona, la soprano Begoña Alberdi regala su música a los vecinos y esas pequeñas muestras de aprecio por el otro nos dicen que aguantemos, que el sol saldrá mañana.